La fractura entre ERC y Junts Per Catalunya abre un escenario nada novedoso para los catalanes: volver a votar. En este caso, unas elecciones autonómicas. Para el expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont y sus aliados, la convocatoria de unos nuevos comicios sería el peor de los escenarios. Básicamente por dos razones. La primera, perderían el poder un año después de ser la fuerza independentista más votada. Y la segunda, ERC es el gran favorito y Junqueras el político mejor valorado.
El nuevo órdago de la CUP de “boicotear” el Parlament ha encendido las alarmas entre filas del partido de Quim Torra y Puigdemont. Y es que los radicales consideran que Junts Per Catalunya ha engañado a la gente y al resto de partidos favorables a la independencia. Tras el 1-O, la proclamación de la República y la legislatura liderada por Quim Torra, la CUP entiende que el crédito nacionalista se ha agotado.
El pasado sábado, la CUP celebró una reunión extraordinaria en Palamós para determinar su apoyo a los Presupuestos y por consecuencia, al Govern de Torra. Por una mayoría aplastante, los radicales anunciaron “acciones en las calles” y el fin de su relación con Junts Per Catalunya. Con la mirada fijada en los juicios a los líderes encarcelados, los partidos independentistas juegan al ajedrez entre ellos. Junts Per Catalunya confía en un giro inesperado de los hechos, ERC quiere nuevas elecciones, y la CUP apoyará a los republicanos con el fin de romper la hegemonía convergente al frente de la Generalitat. Primero Artur Mas, después Puigdemont y finalmente Quim Torra.
Autor: Redacción
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