Albert Soler: ‘El post-procés va por el mismo camino de ridiculez absoluta que el procés, nos augura horas de risas sin fin’

El periodista y escritor Albert Soler comenzará el año 2021 con un nuevo libro con su firma, ‘Barretinas y estrellas’, publicado por la editorial Ediciones Península. En la publicación, el periodista del Diari de Girona y autor del bien recibido ‘Nos cansamos de vivir bien’ (2019) brinda un retrato hilarante a través del cual disecciona, uno a uno, a los protagonistas de la Cataluña post-procés. “Cada capítulo es una vivencia mía, relacionada de alguna manera con el procés, mejor dicho, con cómo ha quedado Cataluña a causa del procés, que ya le hago ‘spoiler’: ha quedado como unos zorros”, explica el autor.

¿Hay más barretinas o estrellas, en Cataluña?

Hay muchas más barretinas, aunque sean figuradas. Es decir, hay mucho provincianismo. Pero es curioso, es un provincianismo con ínfulas de grandeza, ya sabe: «somos los mejores», «vamos a fundar la Dinamarca del sur», «el mundo nos mira», «el resto de España se aprovecha de nuestros dineros»... Los lacistas son un atajo de pueblerinos que se creen el pueblo elegido. De ahí que me apeteciera dejarlo en claro desde el título del libro, jugando con el «Barras y estrellas» americano, reconvertido en un provinciano «Barretinas y estrellas». Estrella no hay ninguna, pero como hay un montón que creen serlo, me iba de coña para el título.

¿Considera que el procés ha mal folklorizado a Cataluña?

Cataluña ha sido siempre folklórica, aunque es cierto que el procés ha acentuado este folklorismo . Ojo, el folklore no es malo, mientras se quede en su ámbito, otra cosa es que nos quieran convencer de que por bailar sardanas y hacer castells, somos distintos -qué digo distintos: mejores- que el que baila jotas o quema ninots por San José. Además, todo el procés no ha sido más que un gran acto folklórico, con sus performances cada 11-S, sus brindis al sol, su fraseología tan épica como vacía de sentido, e incluso con sus polichinelas ocupando cargos de gobierno. El mismo referéndum del 1-O no fue más que puro folklore, como cuando vas a Port Aventura y entras en la taberna del Oeste. Creer que aquello tuvo alguna validez equivale a creerte que en Port Aventura estás realmente en el Far West. No hombre, que es sólo para que te diviertas un rato, cuando termina la jornada vuelves a tu vida de siempre.

Sobre el libro: ¿Qué podremos encontrar entre sus páginas?

Un poco de todo, como en botica. Cada capítulo es una vivencia mía, relacionada de alguna manera con el procés, mejor dicho, con cómo ha quedado Cataluña a causa del procés, que ya le hago ‘spoiler’: ha quedado como unos zorros. Cuando hablo de «vivencias» me refiero a cosas tan distintas como una noticia leída en el periódico, una visita al médico, un viaje a Madrid, un libro que he leído o una conversación pillada a voleo en uno de mis bares habituales. Con eso me vale para pergeñar un capítulo y filosofar un poco, porque no sé si sabe usted que yo, en verdad, soy un filósofo. 

¿Un ejemplo?

Aprovecho para decir que es un escándalo que se cierren los bares y se mantengan abiertas bibliotecas y escuelas. Ningún país ha avanzado jamás gracias a bibliotecas y escuelas, todos los grandes avances de la humanidad se han forjado en los bares. Nos vamos al abismo.

Vaya... Volviendo a su nuevo libro: ¿ofrece por lo tanto una visión distinta a la de 'Nos cansamos de vivir bien'?

‘Nos cansamos de vivir bien’ era un recopilatorio de mis artículos publicados en Diari de Girona. Y un artículo se mueve entre los 2.500 y los 3.500 caracteres. En «Barretinas y estrellas» todo es de nueva creación, es decir, me encerré en casa a escribir un libro. Cada capítulo es una pequeña crónica sobre algún aspecto o personaje del procés, y de mucha mayor extensión que un artículo. El estilo es el mismo que en ‘Nos cansamos de vivir bien’, porque por más que lo intento, soy incapaz de tomarme en serio a esa tropa del procés. Me encantaría, lo intento, pero no hay manera. Admiro enormemente a los periodistas que consiguen hacer crítica seria del procés, hay que tener mucho oficio y ser muy bueno. Yo ni tengo de aquello ni soy eso. He intentado que sea una panorámica de la Cataluña actual, aunque con ironía y sarcasmo. Entre otras cosas, porque tengo observado que la ironía y el sarcasmo duelen más que la crítica seria. Y me encanta verles cabreados. Aprovecho para pedir a todos los lacistas que en el mundo son, que en cuanto salga el libro, entren en las redes sociales a insultarme y amenazarme, que esas son las cosas que me hacen sentir bien. Mejor dicho, que no esperen siquiera a que salga el libro, que empiecen ya mismo, que después todo son prisas y se acumula el trabajo.

¿Usted no es muy amigo del procés, pero considera que el post-procés puede llegar a ser peor?

¿Peor? ¿Cómo que peor? ¿A qué se refiere? Yo con el procés me he divertido como un enano. Afortunadamente, el post-procés va por el mismo camino de ridiculez absoluta, cosa que nos augura horas de risas sin fin. Le confesaré una cosa: yo nunca voto, pero en las próximas elecciones me estoy planteando votar por Junts per Puigdemont o como se llame lo que haya montado el tipo ese. No quiero ni imaginar en qué se convertiría mi vida si ese hombre deja de tener mando en plaza. Cuando uno se acostumbra a la diversión, cuesta volver a la vida aburrida de siempre.

De hecho, este es su segundo libro sobre el procés catalán. ¿Ve al movimiento independentista con suficiente fuerza para que haya una tercera obra?

El movimiento independentista no tiene absolutamente ninguna fuerza. A menos que se confunda gritar mucho con tener fuerza. El problema de los catalanes, y también de los españoles, es que se han creído que realmente los independentistas tenían fuerza. Qué va. De no ser por TV3 no hablaría de ellos ni el tato. Si la gente se los hubiera tomado desde el principio como lo que son, un atajo de payasos, nos habríamos ahorrado muchos problemas. Aunque, claro, yo no hubiera tenido tantos temas de los que escribir. O sea que lo doy por bien empleado.

¿Cómo describiría al procés actual?

No es que lo describa yo, es que está más que demostrado: el intento de unos cuantos vividores para seguir engordando sus cuentas corrientes a costa de los muchos ilusos que les creyeron. Nada más que eso. El procés es tan igualitario que ahí recibió todo el mundo: unos recibieron porrazos y otros dineros. Y si algunos siguen empeñados en estirar todavía el chicle, es porque deben querer recibir un poco más.

En uno de sus últimos tuits ha ironizado entre los votantes independentistas y los votantes de Trump. ¿Muchos paralelismos?

Es que me provoca carcajadas que desde Cataluña tengamos por idiotas a los americanos porque hay tantos que votan a Trump. Como si aquí no hubiera más de un millón que votan a un tipo igualmente demagogo y populista, incapaz de cumplir sus promesas y que se salta la ley a la menor oportunidad. Que también achaca sus problemas a enemigos externos. Que, para más inri, hace política de Twitter. Y que lleva un peinado estrafalario.

¿Tiene la sensación que la pandemia ha debilitado el movimiento catalán que lucha por la independencia?

Lo que ha hecho la pandemia es poner al descubierto con total claridad que tenemos unos políticos de mercadillo. Unos completos inútiles, incapaces de gestionar nada. Hasta ahora también los teníamos, pero al no haber una grave crisis a la que enfrentarse, Cataluña iba tirando. Los políticos no tenían otra cosa que hacer que cobrar a final de mes, porque todo funcionaba por inercia. Pero amigo, a la que ha sido necesario un liderazgo, unos estadistas, unos políticos preparados para coger el timón, ¿qué ha pasado? Que hemos mirado al Govern y nos hemos encontrado con los Buch, Vergés, Aragonés, Torra o Budó, más el orate ese de Waterloo. Y eso es peor que estar solos ante el peligro, mucho peor. Para pedir la nacionalidad tanzana. Claro está que lo mismo podemos decir del gobierno español, donde la gran eminencia antipandemia es un tipo que en febrero decía que tranquilos, que eso no es nada y no nos va a afectar, y que con el confinamiento más duro del mundo -según ellos mismos decían con orgullo- han conseguido ser líderes en muertos, en contagios y en ruina. Y aún estoy esperando alguna autocrítica. El problema es que los catalanes sufrimos al Gobierno y al Govern. No tenemos escapatoria: o nos mata uno o nos mata el otro.

Por cierto, usted ha pasado el Covid. ¿Todo bien?

Me tocó una nenaza de virus: dos días con un poco de fiebre, y a correr. De hecho, como a casi todo el mundo. Sí, ya sé que hay una pequeñísima parte de los contagiados que lo pasan mal, y es una lástima. Pero eso sucede con todas las enfermedades. En mi opinión, hay que vivir sin miedo. El virus va a seguir ahí, y por supuesto no va a conseguir que yo deje de vivir como siempre. Que le jodan.

Autor: Redacción