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Está bien tener derechos, pero desde la política lo mínimo es respetarlos y quien no lo hace debe estar fuera del juego
Hace unas horas se ha aprobado en el Congreso la Ley de la Sedición. No debemos olvidar que falta aún su paso por el Senado la próxima semana. Una continuación de los hechos acaecidos en Cataluña en el ya lejano, y muchos creíamos olvidado, 2017. La necesidad imperiosa de Sánchez de permanecer en el poder y la necedad de los socialistas independentistas han puesto en guardia a los vigilantes de la democracia.
Explicamos hace tiempo que el independentismo catalán podría tener un salvador, que era un Gobierno de España rehén y cobarde. Por su parte, ese Gobierno de España que ya lo tenemos aquí, está claro que seguirá el camino de los independentistas, aunque no tendrá ningún salvador. Estamos asistiendo a los primeros pasos de la desaparición del Partido Socialista en España, siguiendo el modelo griego o francés.
Somos una democracia joven, poco más de 40 años, pero nadie dude que el mundo ha cambiado en este período. Los buscones o los matemáticos de la política tienden a desaparecer mientras el sistema permanece. Sabemos que muchos dudan hoy de la propia democracia. El ataque al TC, aunque formen un estamento diferente al Supremo, es de una gravedad extrema. Y como tal no debe permitirse y debe tomarse nota.
En Cataluña en los días duros salió lo mejor de este país para defender las instituciones. Nadie dude que algo similar pasará en el resto de España. Y aquí, con una gran diferencia, no habrá nadie de salvavidas de Sánchez, Iceta, Illa u otros elementos antidemocráticos nacidos y crecidos en democracia. Está bien tener derechos, pero desde la política lo mínimo es respetarlos y quien no lo hace debe estar fuera del juego. El país sobrevivió al independentismo, el país sobrevivirá al socialismo. Algunos llorarán, pero la vida continúa.
