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24-04-2022 | 14:55hs
•CRóNICAS DEL CONGRESO

Feijóo, hijo de la Ribeira Sacra

Alberto Núñez Feijóo, hijo de aquellas tierras, no se entiende sin entender su territorio

Cuenta la leyenda que había una tierra entre valles y montañas donde la gente era ruda. Inviernos de largas noches oscuras donde el sol desaparecía entre los silencios. Lugares mágicos trufados por pequeñas iglesias románicas y viñas aromáticas de raíces lejanas: Treixadura, Doña Blanca, Godello, Mencía, Brancellao o Merenzao. En su paisaje aún sobrevive la denominada Viticultura Heroica. Llamada así por las condiciones de cultivo en extrema dificultad. Sus cepas dan vida sobre estrechas terrazas en las laderas fluviales, construidas con muros de piedra, creando un paisaje único.

Se llama la Ribeira Sacra. Allí donde hay un lugar que desmenuzando el lenguaje antiguo, del período suevo, significa el “lugar de la verdad”. Allí donde una vez, hace más de 200 años, las tropas francesas tras arrasar una parte de su capital, Monforte de Lemos, fueron diezmadas en la Ribera del Río Miño por un puñado de campesinos. Allí donde la tranquilidad parece tener su origen más terrenal.

Alberto Núñez Feijóo, hijo de aquellas tierras, no se entiende sin entender su territorio. Cuando es lento está pensado, cuando acelera sabe lo que quiere. A veces camina, a veces crees que sube, pero realmente nunca sabes si sube o baja. Realmente, percibes lo que ha hecho cuando lo ha hecho. El resto leyendas e imaginación. Uno puede leer la revista “Caza y Pesca”, sin saber cazar o pescar. Pero uno no puede nacer en la Ribeira Sacra sin saber vivir: 'No pienses tanto, no calcules tanto, simplemente haz las cosas'

Porque, al final, hablamos de gente que tuvo que emigrar. Y cuando se fue, se fue. Cuando llegaron, lo hicieron. Cuando volvieron, jamás se habían ido. Todo un final que uno documenta, no con libros sino con la fuente más difícil de obtener en la vida, el recuerdo. Y recordar no es fácil, olvidar es el camino más habitual de la vida y, como no, en la política. Todos tienen un origen y Núñez Feijóo, moldeado en urbes como Madrid, A Coruña y Santiago, no es una excepción.

Cuando vuelve. Conduce su coche solo y pasea entre aldeanos. Es consciente que en la vida deben mantenerse los pies en el suelo. Algunos le llaman ser práctico, otros heroicidad como la propia cultura de la Ribeira Sacra, otros, simplemente, intentar vivir y hacer las cosas de la manera más correcta. Según medida, como decía el filósofo, será mejor o peor Habrá aciertos y errores. Habrá, incluso, caras de sorpresa. Gente que no entenderá nada. Lo supuestamente imposible puede ser posible.

Nadie espere un Feijóo a lo Pablo Casado, a lo Santiago Abascal, ni mucho menos a lo Pedro Sánchez o Pablo Iglesias. Nadie, busque prisa o velocidad. ¿Por qué hacer las cosas en dos minutos, si puedes disfrutarlas más con veinte horas?. Esa es la receta. Disfrutar, paciencia, toque y toque. Siéntense, observen, miren. Déjense, por ejemplo, llevar por la versión “No estamos locos” de C Tangana de la canción de Ketama. Como canta 'el madrileño': “No estamos locos que sabemos lo que queremos, vive la vida igual que si fuera un sueño, pero que nunca termina”.

Ahora ya no toca salvar soldados. Ya no tocan recetas mágicas, ni slogans de partidos acabados. Da igual las fotos, los viajes, la estética. Toca pisar la calle, tomar un café, hablar pausado y dar respuestas a los problemas. Sin prisa, no quiere decir con pausa. Porque Feijóo y su equipo, esto va de equipos, deben tener claro que tampoco toca creer en leyendas, por muy ribereñas que sean, toca vivir y disfrutar de la política. Veremos si el hijo de la Ribeira Sacra sigue ese camino.

Galicia no es España. Galicia es una parte de España, como otras culturas. Y la riqueza que tenemos en nuestro país crece siempre en base a la suma nunca a la resta. Dialogar, hablar, pactar es la base de la democracia. Trabajar y esforzarse es el camino diario. También ser inflexible con quien ha destruido. Tener las ideas claras. Muy claras. Como sus antepasados saber cuándo toca recoger la uva, cuando toca levantarse contra ejércitos enemigos. Siempre por naturaleza, no por un manual.

Aunque nunca hay que olvidar una cosa Sr. Feijóo. Las leyendas son leyendas. Son tradiciones orales que, en la mayoría de ocasiones, desaparecen. Aún así, algunas veces, lo que hacen que pervivan en los siglos son los actos de sus habitantes. Toca adaptarse a los nuevos tiempos, a los nuevos lugares, y pensar que quizás 'no estamos locos' pero, en ocasiones, los sueños pueden terminar sí vivimos soñando siempre.




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https://gironanoticies.com/noticia/172747_feijoohijodelaribeira-acra-2.htm