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A mí me ponen como delincuente por trabajar y ellos se van de cena”, dice el propietario de la brasería de Malgrat de Mar, que continúa abierta a pesar de las nuevas restricciones
Manuel Fernández, el restaurador que ha decidido rebelarse contra las nuevas restricciones impuestas por el Govern para frenar el ritmo de contagios de Covid en Cataluña manteniendo abierto su comercio, la brasería Los Olivos de Malgrat de Mar, se ha convertido estos días en una voz conocida del sector a la hora de hacer frente a las decisiones políticas que obligan a la restauración y a la hostelería a tener cerrado.
Así pues, y con el megáfono en mano, Fernández se erigió como uno de los protagonistas de la protesta que el sector efectuó a mediados de este mes delante del Palau de la Generalitat, en la plaza Sant Jaume de Barcelona, donde cerca de 200 trabajadores se manifestaron con gritos al unísono de ‘¡No podemos más!’, ‘¡Que no nos tanquen!’ o ‘¡Queremos trabajar!’. Allí, Fernández se dirigió a los presentes con un mensaje conciso: “A mí me han tratado de delincuente por trabajar, la Generalitat me considera un delincuente por darle de comer a mis hijos. Pero seguiré trabajando por mi mujer, por mis hijos y por mi mismo”.
Preguntado acerca de la cena del diario El Español de esta semana, donde acudieron cerca de un centenar de autoridades y personalidades del país, el restaurador se muestra, también, muy claro: “Estoy agotado de intentar con Pere Aragonés -vicepresidente del Govern en funciones de presidente-, que hoy no me ha querido recibir porque no estaba. No sé si estaba en la fiesta de los políticos del otro día; acabo de ver las imágenes de la cena de los políticos y todos los políticos que estaban allí son unos sinvergüenzas. Si me tienen que poner una multa por decir esto, que me pongan una más, que ya tengo las espaldas muy anchas”. “Les tendría que caer la cara de vergüenza a todos, del primero al último. A mí me ponen como delincuente por trabajar, me han hecho ser un delincuente, mientras que ellos no lo son por irse de cena sin la distancia recomendada. Ellos mismos se saltan las propias leyes que hacen”, concluye Fernández.
